Encuentro entre vivos y muertos; se reavivan las tradiciones
Hoy, como cada año y durante generaciones, familias mexicanas celebran el Día de los Fieles Difuntos. Las almas llegan al mundo material para convivir y nutrirse de la esencia de los alimentos que se les ofrendan
Tzotziles adornan las tumbas con cempasúchil
Por Gaspar Romero/Corresponsal
SAN JUAN CHAMULA, Chis.— Los indígenas tzotziles recuerdan a sus muertos en el romerillo y están en el panteón desde ayer hasta el 4 de noviembre. El misticismo y tradición se mantiene en este pueblo, donde adornan las tumbas con flor de cempasúchil.
El colorido se observa desde una loma; los vivos les lloran a sus muertos y los esperan desde el 1 de noviembre. Les llevan a la tumba las bebidas que en vida les gustó, además de tamales y poch —refresco de cola—, así como veladoras y flores como la de seda.
Los antiguos indígenas heredaron la tradicional comida para el Día de Muertos conocida como tachilhuil, hecha con hígado, corazón y otras vísceras de cerdo, cuyo sabor es amargo, y la ingesta la hacen con el poch.
Luego de una larga espera, las familias y las almas de sus muertos se encuentran. El ambiente es de alegría y de fiesta. El romerillo se impregna no sólo de incienso, copal y cempasúchil, sino también la a comida tradicional. En la entrada al romerillo se colocan unas cruces que forman parte del escudo para proteger a las almas que bajan desde el cielo.
Antes de convertirse en panteón, en la loma había una zona boscosa, existían monos saraguatos y ahora los indígenas chamulas se visten de monitos y bailan alrededor de las tumbas, como parte del ritual.
Se cuenta que las cruces se levantaron en el romerillo hasta que los mayores les realizaron una ceremonia para enaltecerlas como parte del catolicismo tradicional que se vive en San Juan Chamula.
En San Juan Chamula no hay un día especial para cada alma, desde el primer día esperan a todas: niños y adultos. Los vivos llegan desde las 6 de la mañana hasta que entra la noche y otros pernoctan ahí.
Familias esperan su llegada en Michoacán
Por Miguel García Tinoco/ Corresponsal
PÁTZCUARO, Mich.— Los municipios de Michoacán se vistieron de gala para recibir a sus muertos.
Con música, flores, comida y veladores, habitantes del pueblo Tzintzuntzan y alrededores esperan la llegada de sus seres queridos en el panteón local. Cuando es el primer año del difunto se le coloca un arco grande en su tumba, con ayuda de sus padrinos, algunas familias lo colocan uno o dos años más y cuando ya llevan más tiempo sólo se realiza una ofrenda en su tumba.
Desde que es Pueblo Mágico, las tumbas deben ser de adobe y sobre la estructura se adornan para estas fechas. La celebración de Día de Muertos para la llegada de los adultos es a partir del 1 de noviembre, desde temprano y durante toda la noche las familias que se queden a velar y ofrecen comida a los que visitan el panteón.
Por otra parte, Pátzcuaro fue el epicentro del místico encuentro entre vivos y muertos. Luego de la pandemia, el lugar recobró su tradición. Con comida, velas y flores de cempasúchil, las familias adornan las tumbas para darle la bienvenida al alma de sus fallecidos.
“La tradición es venir a velar a sus difuntos… cada año que viene uno a visitarlos, a traerles una ofrenda, flores, veladoras, fruta”, narró Roselia Onofre Silva, habitante de Tzurumutaro.
Pablo Barrón, otro lugareño, dijo que desde que tenía cinco años recuerda a los habitantes esperar a sus difuntos en el panteón.
Cientos de visitantes llegaron desde distintas partes del mundo y de México para vivir la experiencia que sólo la zona lacustre del lago de Pátzcuaro ofrece.
“Es impresionante, es una tradición muy bonita el venerar a los fallecidos”, expuso María, turista española.
“Es nuestra primera vez, estamos fascinadas, todo es hermoso”, aseveró Alejandra Feltz, visitante de Tijuana.
El edil de Pátzcuaro aseveró que la ocupación hotelera alcanzó 100 por ciento.